
ESTO TAMBIÉN PASARÁ
l otro día, una amiga me dijo: “Esto también pasará, como en la leyenda”. Y probablemente te preguntes, como hice yo, ¿qué leyenda? Pues bien, esta es la leyenda:
Cuenta la leyenda que un rey decidió hacerse un anillo especial que le diera fuerza en los momentos difíciles y de desesperación. Consiguió al mejor orfebre del reino para que lo diseñara, pues oculto en el anillo habría de contener un mensaje breve al que acudir en dichos momentos.
El mensaje debía ser concreto y breve. Hizo la llamada a todos los eruditos del reino para que le dieran, en dos o tres palabras, tal mensaje. Sin embargo, pasaban los días y la llamada fue infructuosa.
En ese tiempo, el monarca tenía un anciano sirviente que también había servido a su padre en el pasado. Un día, el sirviente le dijo: “No soy sabio, ni erudito, pero conozco el mensaje que buscas, porque lo compartió un sabio conmigo hace tiempo”. El anciano escribió tres palabras en un pequeño papel, lo dobló y se lo entregó al rey: “No lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo solo cuando sientas que todo ha fracasado y no encuentres salida a tu situación”.
Pasaron unos meses y el momento llegó. El país fue invadido y el rey tuvo que huir a caballo para salvar su vida mientras sus enemigos le perseguían. Llegó al final de un camino que acababa en un precipicio. Desesperado, a punto de saltar, se acordó del anillo. Lo abrió, sacó el papel y leyó: “Esto también pasará”.
Mientras lo leía, parece que los enemigos que lo perseguían se perdieron por el camino y pronto dejó de oír el trote de sus caballos.
Tras aquel sobresalto, consiguió reunir a su ejercito y reconquistar su reino. A lo que siguieron días de celebración en todo el reino. El rey, pletórico por su éxito, quiso compartirlo con el anciano sirviente y agradecerle el mensaje que le había ayudado tanto y que había posibilitado todo.
El anciano, sonriendo, le dijo: “Ahora que estás tan feliz, vuelve a leer el mensaje. Es también momento de hacerlo”. El rey no entendía el porqué y el anciano continuó: “No es solo para situaciones desesperadas, sino también para las placenteras. No es solo para cuando estés derrotado, también para cuando te sientas en pleno éxito. No solo es para cuando seas el último, también para cuando seas el primero.”
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje: “Esto también pasará”. En ese momento, y solo en ese momento, comprendió la profundidad de aquellas palabras. Todo pasa, porque queda atrás, porque te habitúas a ello o porque aprendes a gestionarlo. Lo único que permanece eres tú, en continuo cambio.
Panta Rhei: todo fluye, todo está en continuo cambio.
Yo desconocía la leyenda, aunque, en la pizarra de mi estudio, tengo escritas las palabras de Heráclito: Panta Rhei (todo fluye, todo está en continuo cambio). Que se refleja también en la frase del mismo filósofo: “No es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre sobre ti.” Ni tú eres el mismo, ni el río es el mismo.
Y es verdad, estamos en continuo cambio, la vida es cambio. Lo único permanente es el cambio. Somos seres dinámicos, fisiológicamente, emocional, mental, espiritualmente. La vida, las relaciones, los negocios, las empresas, la naturaleza, nuestro cuerpo, la sociedad, todo está en continuo cambio.
No es posible bañarse dos veces en el mismo río, porque nuevas aguas corren siempre sobre ti.” – Heráclito
Incluso yo en un momento de mi vida, llegué a la siguiente conclusión: “Tengo que hacer de salir de mi zona de confort, mi zona de confort. Es la única forma de desarrollar la flexibilidad para adaptarse al cambio”.
Qué palabras más sabias, ¿verdad? Jajaj, sí, solo que es más fácil de pensar y decir que de realmente integrar en la propia vida.
Lo difícil es:
- Reconocer el hecho tan obvio de que todo está en continuo cambio y todo pasará, en momentos de angustia, agotamiento o desesperación.
- Aceptar que igualmente todo cambia y todo pasa en momentos de disfrute y alegría.
Así es, practicar el famoso desapego. Tan famoso como complejo de hacer real, porque somos seres que nos nutrimos de vínculos. Vinculamos con otras personas, con animales, con cosas, con situaciones, con pensamientos, relaciones, emociones, etc. Con rodearnos de gente o con la soledad, vinculamos.
Como dice Tony Robbins: “La gente quiere que cambien las cosas pero no quieren cambiar ell@s mismos”. Deseamos el cambio que queremos que cambie, pero ninguno más. Sin caer en la cuenta de que la permanencia de cualquier cosa (agradable o desagradable) es una irrealidad, lo único que permanece es el cambio.
Qué filosófica me he puesto hoy. Aún así, es algo importante de recordarnos, estemos en el punto y lugar en que estemos: “La vida es vivir lo que hay y toca en cada momento, en el ahora mismo. Porque esto también pasará”.
Y tú, ¿qué hay en tu vida que te gustaría que cambiara o fuera diferente? Ojo, recuerda, para bien o para mal, eso también pasará.
¿Qué puedes hacer hoy para cambiar algo tú que favorezca que pase, te adaptes o aprendas a gestionarlo?